jueves, 5 de noviembre de 2009

EL ULTIMO ADIOS

Hoy, me levanté temprano para ir al parque. Puedo afirmar que a esta hora esta casi desierto Necesito pensar Está un poco fresco, todavía se siente el olor del césped húmedo, cubierto del rocío nocturno. Al costado de la vereda que transito, los lapachos empiezan a mostrar sus flores, claro, ya empezó la temporada... Los hay de todos colores, rosas pálidos, morados intensos, amarillos y el exclusivo blanco. En sus ramas puedo ver un par de gorriones aleteando, sus gorjeos destacan en el silencio. Llevo conmigo el caluma última esperanza, que hoy me llames. Mientras camino voy pensándote, como siempre, como cada día desde que te conocí y acepté como amigo...como cada día que esta amistad se transformó en amor. Pensé en recordarte un poco menos para así ganarle a la melancolía... Pero en mi alma siguen estos silencios. Mis pensamientos me dicen que espere un poco más antes de tomar una decisión, pero ya no puedo. A esta altura ya no sé siquiera si existís o solo fue una creación de una adolescente crédula y enamorada. Sin darme cuenta y sumida en mis pensamientos llegué a la fuente, bue...llegó la hora entonces... Llegó la hora mi amor de decirte adiós. Llegó la hora de seguir mi camino, aunque te sigo queriendo. Este amor apasionado y triste sigue dentro de mi alma. Quizás te quise demasiado, no sé. No sé tampoco si este amor fue mucho o poco, pero si sé con absoluta certeza que ya nunca volveré a amar así. Sé que no podré olvidarte y que mi gran sueño esta muriendo en esta despedida. Seguiré pensando en vos, seguramente. Pero confió en el tiempo, que dicen es el gran sanador de todos los males. Acurrucada en el banco, descubro que las gotas de agua que trae la brisa que pasa por la fuente se confunden con mis lágrimas. Fueron demasiadas lágrimas pienso. Te amé en presente y en futuro, y seguiré amándote por el resto de mi vida... y mientras esta avalancha de sentimientos me conmueve sigo mirando el celu... Y mi celu sigue mudo. Hora de seguir, será lo mejor para mí me digo en voz baja tratando de convencerme. Una última mirada a mi celu, que sigue mudo... Un suspiro amplio... y despliego mis alas y vuelo a una nueva vida, porque al fin y al cabo las elfas como yo, que viven en el mundo de los sentidos, camufladas en fachadas de adolescentes rebeldes, también deben encontrar su camino.

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